viernes, 7 de diciembre de 2007

Temporada de huracanes – Gonzalo Calcedo Juanes


A estas alturas no creo ir mal encaminado si digo que resulta imposible comentar ningún libro de Gonzalo Calcedo Juanes sin tener en cuenta los restantes. Once colecciones de relatos —tres de ellas han visto la luz durante el último año— y una novela publicadas desde 1996, puede que le conviertan en uno de los escritores más prolíficos de los que en este momento se encuentran en activo.

El conjunto de la obra que viene construyendo Calcedo se ordena con piezas machihembradas para conformar un vasto andamio de detalles minuciosos que moldean la naturaleza íntima de sus personajes, un recio entarimado, una superficie extensa sobre la que al lector le resultará cómodo transitar, moverse con serenidad y regodeo mientras recrea su mirada en cada una de las vetas intercaladas, en cada uno de los nudos oscuros localizados en el punto exacto de donde salía una rama con la que el autor ha conseguido un nuevo listón de madera. Y de esa forma, una pieza y a continuación otra y otra más y otra, parece ser que pretenda esparcirse sin límite, hasta el infinito. Los relatos de Calcedo Juanes —todos ellos, desde los que se recogían en el primero de sus volúmenes— constituyen un mundo la mayoría de las veces opresivo, carente de fortuna y bienestar, y entreverado por personas cuyo desasosiego se nos transmite con un tono de voz sin estridencias que se aleja a partes iguales de la sensiblería y la complicidad, huyendo de cualquier compromiso que exijan las situaciones que nos narra, aparentemente aséptico, podríamos decir. En este sentido el autor se convierte en cronista imparcial de una realidad que muy pronto empieza a resultar familiar, un imaginario con pocas sorpresas, es cierto, pero con profusas recompensas en forma de satisfacción cuando nos sumergimos en su lectura.

Gonzalo Calcedo, autor de tres de los libros de relatos que pueden considerarse fundamentales cuando se habla de narrativa breve publicada durante la última década, Esperando al enemigo, La madurez de las nubes, y Apuntes del natural, tiene ganado un puesto notable entre los referentes de los cuentistas españoles. Ya en sus primeras colecciones era obvia e innegable la influencia del minimalismo norteamericano, sin embargo Calcedo tiene sobradamente demostrada una autoridad extraordinaria para asimilarlos, destilar ese universo descrito a través de las cosas pequeñas y de los gestos a medias y adaptarlo a un lenguaje y a un entorno que sus lectores encuentran armoniosos, agradables y fácil de reconocer. Confieso que me encuentro entre los adictos a sus narraciones, no obstante he de admitir que en sus dos libros inmediatamente anteriores, Saqueos del corazón y Chejov y compañía, ambos publicados también en el 2007, no encontré las cotas habituales en el resto de su obra. Por el contrario, con Temporada de huracanes (editorial Menoscuarto), el autor palentino vuelve a alcanzar los logros de la excelente triada que mencionaba anteriormente. Pienso en los relatos titulados Conversación, (donde un abogado de éxito, prepotente e individualista vocacional, conocerá el desconcierto de la verdadera soledad después de mantener una conversación con el marido de la mujer que venía siendo su amante. La indiferencia con la que este hombre trata a sus semejantes desde su atalaya es la que recoge en el momento final del relato), Instrucciones para náufragos (en el que una mujer hace coincidir la fiesta de su 37 cumpleaños con el momento de su vida en que empieza a ser consciente de los frágiles vínculos que mantiene con los amigos invitados a su casa para celebrarlo, se da cuenta de que quiere estar sola, y que si sigue casada con el hombre que conoció en su época universitaria es únicamente por la fuerza de su voluntad), o La máquina del tiempo, (uno de mis preferidos, donde se relata la escasa indulgencia que el protagonista es capaz de manifestar hacia las decisiones que su madre adoptó después de enviudar en la cuarentena, como por ejemplo la de compartir su vida con otro hombre).

Si bien hay quien afirma que Gonzalo Calcedo se ha instalado en unas maneras narrativas que le exigen pocos riesgos, ya que sus héroes se mueven por escenarios cuya atmósfera viene descrita desde sus primeros relatos, también lo es que Temporada de huracanes contiene momentos afortunados de una calidad más que considerable, una eficacia estilística, una claridad y una sencillez que ya venía echando de menos no solo en sus propios libros, sino en los libros de otros muchos cuentistas que últimamente he estado leyendo.