martes, 22 de diciembre de 2009

Banda sonora (V)



La vi entrar en el salón. Encendió la lámpara del techo y se puso a revolver el interior de un cajón del aparador. Dentro contemplé lo que parecía un altar montado sobre la mesa rectangular del comedor. Estaba cubierta con terciopelo rojo ribeteado con pasamanería dorada. Encima había cuatro candelabros, uno en cada esquina de la mesa, y un cáliz de latón en el centro. Toda llena de velones rojos y blancos la casa entera parecía un santuario. Miré hacia el fondo. Los torsos en relieve de los querubines colgaban como gárgolas de las paredes del pasillo. Por todas partes, allá donde miraba, me encontraba con imágenes religiosas.
Que qué relación guarda el incienso, los querubines y el Jesús del gran poder con el curanderismo. No lo sé. Reyes afirmaba que tan importante es la interpretación como los decorados. Cuidaba el detalle.
Puso en funcionamiento el equipo de música y buscó con un mando a distancia hasta que el CANON de Pachelbel comenzó a sonar por toda la casa. Había altavoces hasta en el techo del cuarto de baño.
—Volver a empezar —dijo. Cogió una de mis manos y me condujo hasta su habitación, donde se desnudó por completo sin ningún preámbulo.

(De “Conozco un atajo que te levará al infierno”, página 108)