sábado, 24 de enero de 2009

El cuento en Babelia

El artículo que hoy publica el periódico EL PAÍS en su suplemento literario BABELIA (posiblemente traerá cola en la “blogsfera”) me ha dejado un poco frío. Ignoro si el autor poseía intenciones reivindicativas —en el fondo deseo que no. No estoy por la labor de crear un frente común de cuentistas agraviados; prefiero que se mida a un cuentista con idéntica vara que a un novelista: por la calidad de sus creaciones—, ya que el efecto que a mí me ha trasladado es el de haber elaborado una crónica ligera de lo que podría ser pero no es. De entre todas las opiniones que se citan es la de Miguel Ángel Muñoz con la que mejor sintonizo. Yo también prefiero mostrarme cauto acerca de la atención que actualmente se dedica al cuento, que en definitiva parece más de la que es y es menos de la que merece.

A lo largo de todo el artículo su autor lo salpica aquí y allá con alusiones a la figura de Wakefield, protagonista de un relato de Hawtorne —creo más adecuada para el fin recurrir a la figura de Bartleby. Conociendo al personaje de Melville me gusta imaginar que cuando alguien le solicite escribir una novela, seguro que contestará: "Preferiría no hacerlo"— maneja la figura de Wakefield, digo, con el propósito de utilizarlo como analogía literaria respecto a la situación del cuento en este país, para terminar con esta frase: “Y los lectores decidirán si la vuelta a casa del cuento tendrá el mismo destino que tuvo Wakefield que, tras su larga ausencia, se convirtió en un marido amante”. Ojalá: es lo único que puedo decir. Ojalá acierte con sus deseos, aunque me encuentro entre los que piensan que malamente puede regresar el cuento a un lugar del que jamás se ha ausentado.

En lo que sí coincide la mayoría, al parecer, y es algo que ha llamado poderosamente mi atención, es la relación establecida entre la narrativa breve y los blogs —es en ellos donde últimamente he encontrado recomendación a lecturas que a la postre han resultado verdaderamente satisfactorias y que de otro modo me habrían pasado desapercibidas—, lo que en mi opinión demuestra que para hablar y leer sobre el cuento todavía hay que echar mano de medios alternativos y marginales, o sea, que el cuento sigue sin interesar ni a editoriales ni a distribuidores ni a libreros ni a medios de comunicación ni a revistas especializadas ni, por supuesto, al lector. En una ocasión un amigo me dijo: “los poetas nos leemos entre nosotros mismos”. Idéntica sensación es la que yo percibo con los cuentistas.

Antes de terminar he de reconocer que me satisface encontrar esta bitácora mencionada al final del artículo, entre una relación de “páginas digitales con especial atención al cuento”, en la que también figuran otras que son de habitual consulta para mí:
El síndrome Chéjov (http://elsindromechejov.com).
La nave de los locos (http://nalocos.blogspot.com/).
El hueco del viernes (http://elhuecodelviernes.blogspot.com/).
Coffee & Garamond (http://paulviejo.com/).
Bitácora de Sergi Bellver (http://alasdealbatros.blogspot.com/).
Vivir del cuento (http://vivirdelcuento.blogspot.com/).
Literatura en breve (http://rne.literaturaenbreve.com/).
Relataduras (http://juancarlosmarquez.blogspot.com/).
El ladrón de Shady Hill (John Cheever blog) (http://cheever.wordpress.com/)