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—Quédatelo —repite.
Es el "London Calling" de The Clash. Mi hermano lo tiene en gran estima. Uno de sus mejores discos. Sí. ¿Y me lo regala?... Es un tipo listo, Alberto. Ha advertido que no estoy nada conforme con su marcha y piensa que de esta forma consigue compensarla.
—Ya volveré a comprármelo.
Sí, una postura de lo más inteligente. Hacerse el desprendido, quitarle valor a sus pertenencias, golpearme suavemente el hombro con el puño cerrado, despeinarme con los dedos...
No sé si le admiro o le envidio, aunque muchas veces esos dos sentimientos son el mismo. Con sólo veintitrés años el Ministerio de Cultura le acaba de conceder una beca para que escriba un libro. Presentó un proyecto, las veinte primeras páginas de su novela, no sé qué más y toma, al bolsillo dos millones del ala. Así de fácil. Ha tenido una suerte de tres pares de cojones.
Cierra ruidosamente la cremallera del macuto y frunciendo el ceño lo levanta por el asa para sopesarlo. Luego lo deja caer a los pies de la litera. Una bola de pelusa grande como un puño se desliza bajo la cama. Se agacha y da unas cuantas palmadas en los costados, BAM, BAM, BAM, como si estuviera ablandando una almohada de plumas.
En algún piso de arriba alguien arrastra un mueble y luego da un portazo. Me concentro un poco y consigo escuchar una radio lejana, aunque no me es posible distinguir la música que está emitiendo. Dejo el "London Calling" sobre el colchón superior de la litera, al lado de un libro de física. Mañana tengo un examen final con el profesor Almela, el hueso más duro del instituto. Debería estar estudiando.
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(De "Conozco un atajo que te llevará al infierno", páginas 28 y 29)
El relato es aquello que te cuentas a ti mismo en la sala de un dentista mientras esperas que te saquen una muela (John Cheever)
martes, 20 de octubre de 2009
Banda sonora
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1 comentario:
Pepe, que me dice Sergi que te diga que tu libro estaba hoy en la mesa de novedades de La Central, en Barcelona.
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