Relatos de algunos días
Eva Soler
No se equivocaba Julio Cortázar cuando observaba —sobre la escritura— la validez de cualquier historia con un apropiado método de composición. Los relatos que presenta Pepe Cervera en este breve volumen son la muestra más perceptible de que la realidad más tangible, los hechos más cotidianos y, obviamente, más prosaicos, se pueden convertir en una buena excusa para analizar los dramas y las actitudes humanas en la búsqueda de una supervivencia que es casi siempre moral. A la manera de Raymond Carver, la prosa de este joven autor muestra un estilo natural, convencional, que busca, sobre todo, ahondar en cuestiones aparentemente triviales que tienen, para sus protagonistas, motivos y esencias tan minúsculas como íntimas.
Los relatos, dentro de una línea de calidad meritoria, muestran, no obstante, bastante irregularidad. No es la misma destreza la ejercida en A ras de suelo, pieza magistral que relata los resquicios de ternura existentes entre las ruinas materiales y humanos —una madre toxicómana y su hija afanadas en la búsqueda de jeringuillas— que Monsieur Vatan, le professeur, relato hiperbreve que cuenta con demasiados lugares comunes y que se sale de la órbita trazada por el escritor en este libro de cuentos. Tampoco el barullo de información que crea en el lector el cuento Palabras sueltas —demasiado largo— que la tragedia contenida de CV 500 KM 21, ni la humanidad y pérdida mostrada en el relato 11 de julio de 2004 que Proyectos, donde, tras las primeras páginas, se produce una pérdida de interés en la historia y un manejo del diálogo de manera poco hábil.
No merece la pena dedicarse a narrar los juegos sexuales de un snob francés o darle vueltas a los motivos de un abuelo que rehúsa ver a sus nietos, cuando las historias de los otros comunes mortales son tratadas con tal delicadeza y vocación analítica; es el caso del relato que da título al libro El tacto de un billete falso. Javier recoge a su hija de la casa de su ex-mujer, quien le da un pequeño papel con la dirección del lugar en el que estará; mientras, él lleva a Lucía a un centro comercial donde actúa un mago. El mago convierte un billete falso, un papel doblado transformado en una especie de confeti, en una flor: dos imágenes se cruzan, la del billete falso y la dirección en el pedazo de hoja. No es necesario relatar más: a veces los escritores valen más por lo que callan que por lo que relatan.
Es el mismo mecanismo de ¿Y si es la felicidad? o Cuestión de tiempo. Asistimos a una especie de historia interior, perteneciente al pasado, que se cuela por las hendiduras del presente, a través del punto de vista de los personajes, quienes intentan emerger o sobrevivir, buscar lo que han perdido o lo que, desde una visión lógica de la existencia, les debería pertenecer. Y estos personajes —Javier, Lena o las voces anónimas de El vuelo rasante de las golondrinas— están obcecados en un ir y venir, en la exploración de un centro de gravedad que está cerca, pero que nunca alcanzan y, si lo han alcanzado, produce vértigo. Cervera sabe narrar los sentimientos, precisamente porque no los nombra.
La colección de cuentos que presenta Pepe Cervera en este breve volumen fueron escritos entre 2002 y 2005, año en el que ganó, durante la celebración de los Premios Otoño Villa de Chiva, el Premio Alhóndiga de narrativa breve. Primera publicación en libro del autor, vale la pena sumergirse en sus piezas más breves porque son éstas las que posibilitan al narrador mantener la tensión y hacer participar al lector. Sólo sería necesario un mayor trabajo sobre la prosa para sustraer a este joven autor definitivamente de la medianía.
1 comentario:
"Es dulce, tierna, honesta...
Jamas me he preguntado por qué la amo porque nunca he encontrado a mi vida otro sentido que amarla. Es el destino."
Publicar un comentario