El relato es aquello que te cuentas a ti mismo en la sala de un dentista mientras esperas que te saquen una muela (John Cheever)
lunes, 28 de diciembre de 2009
Vídeo de la entrevista en Encontres
jueves, 24 de diciembre de 2009
martes, 22 de diciembre de 2009
Banda sonora (V)
La vi entrar en el salón. Encendió la lámpara del techo y se puso a revolver el interior de un cajón del aparador. Dentro contemplé lo que parecía un altar montado sobre la mesa rectangular del comedor. Estaba cubierta con terciopelo rojo ribeteado con pasamanería dorada. Encima había cuatro candelabros, uno en cada esquina de la mesa, y un cáliz de latón en el centro. Toda llena de velones rojos y blancos la casa entera parecía un santuario. Miré hacia el fondo. Los torsos en relieve de los querubines colgaban como gárgolas de las paredes del pasillo. Por todas partes, allá donde miraba, me encontraba con imágenes religiosas.
Que qué relación guarda el incienso, los querubines y el Jesús del gran poder con el curanderismo. No lo sé. Reyes afirmaba que tan importante es la interpretación como los decorados. Cuidaba el detalle.
Puso en funcionamiento el equipo de música y buscó con un mando a distancia hasta que el CANON de Pachelbel comenzó a sonar por toda la casa. Había altavoces hasta en el techo del cuarto de baño.
—Volver a empezar —dijo. Cogió una de mis manos y me condujo hasta su habitación, donde se desnudó por completo sin ningún preámbulo.
(De “Conozco un atajo que te levará al infierno”, página 108)
jueves, 17 de diciembre de 2009
Entrevista en PUNT 2

El programa también puede verse en la página de TVV, punt 2 a la carta.
sábado, 12 de diciembre de 2009
Otra novedad

Se puede acceder al primer capítulo pinchando aquí.
jueves, 10 de diciembre de 2009
Dos novedades


martes, 8 de diciembre de 2009
Banda sonora (IV)
Al día siguiente fue cuando decidí pasar la tarde buscando algo que en realidad le hiciera ilusión a Ata. Había mucha animación por la calle y todo eso, lo típico para la fecha del año de la que hablo. La gente entraba y salía de los comercios a raudales. Todo el mundo cargaba con paquetes envueltos con papel de regalo y lazos de colores, ya sabes. Era un hormiguero la calle Colón y la calle Jorge Juan y la calle Lauria. También Ruzafa y Játiva estaban muy concurridas. Pedazos de moqueta roja cubrían las aceras como si fueran alfombras extendidas en el suelo al paso de gente importante. Por todos lados se oían villancicos. Luces y más luces, pequeños árboles de navidad con lazos rojos prendidos en el extremo de sus ramas flanqueaban los escaparates, bolas doradas, espumillón de colores, bolas rojas y plateadas, nieve en spray sobre los cristales, más luces, luces colgando de un lado a otro de las calles. El aire del atardecer era todo una aureola por tanta luz derramada. Villancicos cantados por Boney M., por Bing Crosbi y David Bowie, por Raphael. El aire olía a navidad, dulce navidad.
(De “Conozco un atajo que te levará al infierno”, páginas 101 y 102)
miércoles, 2 de diciembre de 2009
"El atajo..." en LA TORMENTA EN UN VASO

martes, 24 de noviembre de 2009
"El atajo..." en RNE 5

Pepe Cervera (Literatura en Breve)
El escritor Juan Jacinto Muñoz Rengel ha leído el relato titulado ¿Seguro que estás bien, cariño?, incluido en mi libro Conozco un atajo que te llevará al infierno, en su espacio LITERATURA EN BREVE, que se emite en RNE 5 los Sábados a las 16.30, y de nuevo a las 22.05, y los Domingos a las 11.05, y de nuevo a las 22.05 horas.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Banda sonora (III)
...
Ahora me encuentro en el cuarto de baño y estoy que me caigo de sueño. Acabo de lavarme la cara y cepillarme los dientes. Mientras me enjuago la boca estudio mis ojeras y la superficie blanquecina de mi lengua en el espejo. No consigo quitarme de encima la sensación de estar perdiendo el tiempo. Extraigo una pequeña pelusa del orificio de mi ombligo. Dejo el albornoz sobre la tapa del inodoro, me meto en la bañera y meo largamente antes de ducharme. Necesito hacer algo. Es el momento de cambiar de dirección. Vuelvo a mi cuarto y me visto sin prisa. Son las diez. Lío un porro para fumarlo de camino al instituto y salgo de casa silbando débilmente "Let's Espend the Night Together", pero no la versión de los Rolling, sino la que incluye David Bowie en "Aladdin Sane".
(De “Conozco un atajo que te levará al infierno”, página 62)
sábado, 21 de noviembre de 2009
jueves, 19 de noviembre de 2009
Entrevista en LEER GRATIS.COM

Puedes curiosear la entrevista pinchando aquí.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
Conozco un atajo... por Vicente Gallego

Pepe es narrador como Mike Thyson fue púgil: no son dos artistas a los que les seduzca el bailoteo, la finta y el adorno; lo suyo es el golpe seco a los hígados y a otra cosa mariposa. Pepe nos pone los puntos y aparte a sus lectores como el gigante negro hacía que se los pusieran de sutura a los desafortunados rostros de sus rivales. La sociedad de autores le habría podido conceder con toda justicia, si lo hubiese, el premio en ahorro de adjetivos a este libro de cuentos, a este ajuste de cuentas con las dimensiones más crudas de la realidad. No es éste lo que se suele decirse un libro bonito y, sin embargo, es un libro muy hermoso. Y lo es, sobre todo, porque aquí los monstruos, esos que acechan en el interior de todo buen ciudadano, campan por sus respetos sin que nadie les levante un dedo moral reprobatorio. Niños verdugos inocentes de hombres y de gatos; pringaos por un llévame allá el paquetito de farlopa que no pasa nada y sale muy a cuenta; madres con la cabeza perdida; padres con el humor de Satanás; hijos huyendo de su madre la loca y de su padre el terrible, terribles ellos mismos en su haber mamado matarratas y cuchillas de afeitar: una nueva parada de los monstruos, como decíamos. Pepe saca su lupa y nos agiganta los perfiles de nuestras miserias sin hacernos el feo. Con delicadeza, nos hace ver que no siempre somos delicados, y que no lo somos ni siquiera con nosotros mismos. ¿Cómo podríamos hallar la paz en nuestro interior si dos palmos más allá de nuestra frente nos amenaza el mundo de los otros? Y este mundo está lleno de esa gente, o así al menos lo sienten los personajes de este libro, dispuesta a buscar su felicidad a costa de la del prójimo. No es difícil adivinar el resultado de tal actitud. Un mundo de hienas que ríen amargamente mientras desgarran los frágiles tendones de la caridad y mastican el hueso de su propio asco. No hay aquí ni siquiera ganadores; todos pierden incluso cuando creen ganar, porque la ganancia verdadera poco tiene que ver con el hecho de que consigamos salirnos con la nuestra.
Pepe ha escrito un libro de gran economista de la palabra: no es que se las ahorre, no, puesto que no se muerde nunca la lengua y es siempre además preciso en su lenguaje; lo que ocurre es que no ha quemado una carcasa en falso, no gusta del subrayado ni de sacar la consecuencia, lo cual deja bien a la vista del lector lo que en sus silencios se hace del todo consecuente. Éste es un puñado de cuentos brillantes sin ningún brillo postizo, crueles sin buscar la crueldad, hondos tras su apariencia epidérmica. Si pudiéramos medirlos en kilovatios, diríamos que el lector, desde la primera de sus descargas, no podrá ya despegarse del valladar electrificado al que se trepó sin saber dónde se agarraba, porque estos relatos te cogen desde la primera página y no te sueltan hasta tenerte asado por completo. Si pudiéramos medirlos con la medida con que se mide el vapor, que Dios quizá la sepa, pero que yo ahora mismo ignoro, pues ni siquiera estoy seguro, ahora que lo pienso, de que la electricidad se mida en kilovatios, ustedes sabrán disculpar mi candidez científica; en fin, si pudiéramos medirlos en atención a lo que en ellos se condensa, bastaría una palabra: soledad, esa licuefacción del alma -y ya ven que ese día sí asistí a la clase de física- cuya secreción atribulada se va calentando más tarde para elevarse como una nube de desamparo. Y sin embargo, hay algo sobrio en esta soledad terráquea y planetaria, hay una aceptación sin más de lo que semeja no poder pintar de manera diferente: la vida, nuestro modo de batirnos con ella y tolerar que siempre nos revuelque y nos ponga a cuatro patas. Uno estaría, sí, tentado de decirle a su buen amigo que tampoco es para tanto, que relea los veinte poemas de amor de Pablo Neruda; que vuelva a ver esa gran película navideña: Qué bello es vivir, o aunque sólo sea Mary Poppins; que hable con el cura de su pueblo; que pruebe con el Ciales si no le probó el Viagra… Pero lo cierto es que la vida es tal y como él la ve a través de estos relatos, porque estos cuentos enconados crean su mundo propio, su realidad, y en ella todo es tan real como aquí mismo, aunque no todos por aquí sean tan cabrones como los jíbaros que transitan por su libro. Tampoco Celine, del que lo creo devoto, ni Bukovski, al que lo sé afecto, ni tantas otras grandes vacas sagradas de la literatura, dieron en cantar los espejismos del amor ni entonaron la alabanza del siglo que desde siempre nos baquetea. A un escritor hay que exigirle que cree un mundo, que apadrine un espacio real donde la gente respire con verdad, por más que esa verdad venga cargada de efluvios tóxicos. Se respira aquí el gas de la desesperanza y el desespero; pero como Pepe, por mucho que se haya esforzado en ocultarlo, sigue siendo el poeta que siempre fue, el lector, tras haber sido sacado a pasear por el monte del calvario, regresará a su casa con la extraña impresión de haber contemplado la belleza bajo la más violenta y roja de sus especies.
Hemos de agradecerle a Pepe todos los buenos lectores esa mala baba que se gasta, la baba del diablo, porque a un escritor no se lo mide, como a un santo, por la calidez de su mirada redentora hacia lo humano, demasiado humano, parece él sugerirnos, sino por la temperatura extrema en que arden sus palabras. Acercaos, pues, amigos, a su parrilla, y arded a gusto en buena hora.
Texto con el que el escritor Vicente Gallego presentó el día 17 de noviembre de 2009 mi Conozco un atajo que te llevará al infierno.
domingo, 15 de noviembre de 2009
Conozco un atajo que te llevará al infierno en "Cierta distancia"
viernes, 13 de noviembre de 2009
miércoles, 11 de noviembre de 2009
Cuentos completos - John McGahern

martes, 10 de noviembre de 2009
Banda sonora (II)
...
Hoy he preferido no asistir a clase. Me apetecía más callejear un rato. He estado dando tumbos por ahí sin ninguna intención concreta y me ha gustado no tener nada que hacer mientras dejaba pasar el tiempo. Pero al final no me ha quedado más remedio que volver a casa.
He entrado evitando cruzarme con alguien y me he encerrado en mi habitación. Me he acostado sin apartar la colcha que cubre la cama, con las manos detrás de mi cabeza y los pies cruzados. Y aquí estoy, mirando el techo.
Oigo ruidos en la habitación de al lado. CLIC. El interruptor de la luz. Alguien abre un cajón y enseguida lo cierra. Después estornuda con timidez, como si hubiera intentado reprimirse. Pongo a funcionar el walkman con una cinta de David Bowie para ver si así consigo dejar mi mente en blanco. A "Five years" sigue "Soul Love", y a ésta "Moonage daydream" y “Starman”. Pero no sirve de nada. El viejo ha conseguido ponerme furioso. Me quito los auriculares. Me doy la vuelta y me acuesto sobre el costado derecho de mi cuerpo, de cara a la pared. No puedo dejar de pensar. Pienso en esto y en aquello, cosas mías.
...
(De “Conozco un atajo que te llevará al infierno”, página 52)
lunes, 2 de noviembre de 2009
Conozco un atajo que te llevará al infierno en EL OJO CRÍTICO
martes, 20 de octubre de 2009
Banda sonora
...
—Quédatelo —repite.
Es el "London Calling" de The Clash. Mi hermano lo tiene en gran estima. Uno de sus mejores discos. Sí. ¿Y me lo regala?... Es un tipo listo, Alberto. Ha advertido que no estoy nada conforme con su marcha y piensa que de esta forma consigue compensarla.
—Ya volveré a comprármelo.
Sí, una postura de lo más inteligente. Hacerse el desprendido, quitarle valor a sus pertenencias, golpearme suavemente el hombro con el puño cerrado, despeinarme con los dedos...
No sé si le admiro o le envidio, aunque muchas veces esos dos sentimientos son el mismo. Con sólo veintitrés años el Ministerio de Cultura le acaba de conceder una beca para que escriba un libro. Presentó un proyecto, las veinte primeras páginas de su novela, no sé qué más y toma, al bolsillo dos millones del ala. Así de fácil. Ha tenido una suerte de tres pares de cojones.
Cierra ruidosamente la cremallera del macuto y frunciendo el ceño lo levanta por el asa para sopesarlo. Luego lo deja caer a los pies de la litera. Una bola de pelusa grande como un puño se desliza bajo la cama. Se agacha y da unas cuantas palmadas en los costados, BAM, BAM, BAM, como si estuviera ablandando una almohada de plumas.
En algún piso de arriba alguien arrastra un mueble y luego da un portazo. Me concentro un poco y consigo escuchar una radio lejana, aunque no me es posible distinguir la música que está emitiendo. Dejo el "London Calling" sobre el colchón superior de la litera, al lado de un libro de física. Mañana tengo un examen final con el profesor Almela, el hueso más duro del instituto. Debería estar estudiando.
...
(De "Conozco un atajo que te llevará al infierno", páginas 28 y 29)
domingo, 18 de octubre de 2009
sábado, 17 de octubre de 2009
Entrevista en El síndrome Chéjov
(Transcribo a continuación la entrevista, dado que Miguel Ángel Muñoz ha decidido cerrar su bitácora y por lo tanto no resulta posible enlazar con el contenido de la misma)
La estructura del libro la tuve clara desde el primer momento. Verdaderamente me encuentro cómodo en este formato y para narrar la vida de Andrés Tangen me propuse alternar relatos cortos, de entre 2 ó 3 páginas, con otros de hasta 12 ó 14. El orden de los relatos —que tantos quebraderos de cabeza producen a muchos cuentistas— me vino dado. Tenía una historia y mi propósito era fragmentarla, romperla, que cada cuento tuviera peso y significado por sí mismo, desgajado del resto, pero que la perspectiva del conjunto añadiera una magnitud definitiva, que la rematara. Me gustaría que los lectores apreciaran un sentido nuevo cuando lleguen al final del libro, un significado que antes le hubiera pasado desapercibido, porque creo que hay elementos, sobre todo en lo que se refiere a la personalidad del protagonista, que adquieren su dimensión exacta al llegar al último relato.
Por otra parte, respecto a la diferencia entre géneros literarios, yo sí estoy convencido de que las hay —muchas y a mucha honra—, pero eso no prestigia a unos en detrimento de otros. Cada creador elige sus propios mecanismos para alcanzar lo que persigue, o bien los mecanismos eligen a cada creador. No soy partidario de conflictos entre novela y cuento. Ese es un debate que no me interesa, aunque sí me resulta llamativo que a un cuentista se le pregunte continuamente para cuándo una novela, y a un novelista no se le pregunte jamás para cuándo un libro de cuentos.
2. El gran logro de tu libro me parece la modulación elegante del lenguaje con el que se van contando las distintas fases de la vida de Andrés Tangen: cuando se abarca la crueldad de la niñez, la mirada es cruda -"Verdugos"-; para la rebeldía y el descubrimiento sexual de la adolescencia, el lenguaje es más perturbador y extrañado -"¿Cómo va a ser lo mismo?"-; para la melancolía final de la madurez, el lenguaje se va haciendo melancólico.
Sí, el tono era primordial para acotar las diferentes etapas y definir la evolución del personaje principal. Opté por una mirada cruda para la niñez, tal y como tú indicas, porque es el tiempo más sincero y espontáneo. Si en ocasiones la infancia se sitúa más cercana a la crueldad que a la inocencia, es precisamente porque se trata de una edad instintiva, carente de prejuicios. La personalidad de un niño bascula ente extremos, sin ninguna obligación social que le obligue a disimular sus sentimientos. La adolescencia es perturbadora porque en esa etapa se concreta nuestra personalidad, es en ese periodo cuando uno empieza a apuntar las señales de aquello en lo que acabará convirtiéndose, cuando lo que uno será empieza a insinuarse. Y la melancolía de los últimos relatos que comentas, Miguel Ángel, he de admitir que no había reparado en ella, pero si existe será causada por la decepción y la inseguridad que provoca en un adulto la duda permanente de no haber llegado a ninguna parte, o haber llegado a un lugar equivocado.
3. El primer relato del libro, "Verdugos", da indicios claros de qué libro nos ofreces. Es un relato violento y cruel narrado con una voz desapasionada y distante -pero siempre "comprometida", que no "entrometida", en la historia contada-.
“Verdugos” es un cuento rápido, de un solo párrafo, que tuve que rescribir hasta el agotamiento porque a sabiendas de que abriría el libro, el muy borde tendía a desobedecerme y adoptar por su cuenta matices excesivamente salvajes que lo situaban fuera del conjunto. Es curioso que la voz no te resulte “entrometida”, ya que me vi forzado a participar en exceso hasta conseguir la imparcialidad y el desapego que consideraba necesarios para que el relato funcionara. Quería imprimirle un ritmo vertiginoso, que el lector quedará sin resuello durante las primeras páginas. Lejos de mi intención estaba moralizar con esta historia. Consideraba ese extremo trascendental. Me negaba a observar al grupo de niños con los ojos de un adulto adoctrinador; los niños debían comportarse con total libertad, sin sospechar que los estaba atrapando para convertirlos en personajes de un cuento.
4. Los tres primeros relatos son en tercera persona y hay un narrador que a veces interviene –ese casi entrometido al que me refería antes- y que da ciertas opiniones, que al principio pueden sonar extemporáneas hasta que entendemos que dan el tono "coral" que el libro busca. Pero también hay relatos en primera persona, en presente, con un tono colectivo. Desde una vocación realista. Háblanos de cómo entiendes la voz narrativa.
En efecto, hay varios relatos —creo que en el que más se evidencia es “Perlas amarillas”— en los que el narrador se convierte en un infiltrado y pasa a ser un personaje más de la trama. Eso me permite acercar al lector, arrastrarlo a mi lado y cuchichearle unas cuantas frases como si se tratara de algo que nos afecta íntimamente a ambos, y luego volverlo a desplazar para que continúe leyendo. En definitiva la voz narrativa no es más que la distancia que el autor establece entre sus personajes y los lectores. Yo me propuse utilizar las tres personas verbales del singular con la finalidad de alterar la unidad de la historia, de otro modo, de haber optado por narrarla desde un único punto de vista, por ejemplo en primera persona, corría el riesgo de situarla demasiado próxima a una novela. Y me gusta pensar que esa alternancia irregular servirá para desconcertar al lector, provocarlo y evitar que se acomode y se olvide que tiene entre manos un libro de cuentos.
5. ¿Puedes hablarnos de tus autores preferidos de relato corto, y cuáles han influido más en el origen y formación de tu obra?
Es evidente que me pierden los cuentistas norteamericanos, ellos han conseguido llamar a las cosas por su nombre, hablar de la cotidianidad sin que resulte estridente ni aburrido, y lo que para mi es más importante evitando el costumbrismo. Los nombres de los autores que prefiero, más que una lista, conforman una sucesión. La lectura de uno me lleva al siguiente. O.Henry, Hawtorne, Sherwood Anderson, Hemingway, Salinger, Cheever, Alice Munro, Annie Proulx, Carver, Tobias Wolff, Richard Bausch, Richard Ford, Tohm Jones... vale, vale, voy a parar. Pero cuando pienso en el origen, en mi primera necesidad de sentarme a escribir un relato, no puedo esquivar la deuda con el Hemingway cuentista y con un libro que estructuralmente considero en la cima: “Winesburg, Ohio”, de Sherwood Anderson.
6. Escoge uno de tus relatos preferidos, por el motivo que sea, de cualquiera de tus libros: analízalo, cuéntanos cómo lo creaste, cuánto te llevó, háblanos de él cuanto quieras.
Intentaré hablar del relato titulado “Papá, no corras”, no tanto por ser mi preferido —tiendo a considerar por igual a todos mis retoños— como por ser la primera historia que quedó cerrada entre las 18 que componen el volumen. Mientras los demás cuentos existían como mero apunte ésta ya estaba escrita y finalizada, y creo que es a su alrededor que se distribuye el resto. El relato quiere hablar del abatimiento, de la fragilidad de nuestras convicciones, la debilidad de cada decisión que adoptamos y el escaso control que ejercemos sobre nuestra existencia. Surgió a raíz de una anécdota laboral. Por cuestiones de trabajo tuve contacto con una mujer que me sacaba 20 años de edad, una mujer que perfectamente podría haber sido mi madre. Se presentó en las oficinas del juzgado en el que por aquel entonces me encontraba destinado para recoger la orden de libertad de su marido. Cuando se fue con el mandamiento judicial en su poder camino del centro penitenciario, empecé a preguntarme qué podría llevar a un hombre normal y corriente a quebrantar la ley, qué pensaría una mujer normal y corriente mientras espera a su marido normal y corriente a las puertas de la prisión, qué pensaría ese hombre, qué pensarían sus hijos, cómo podrían todos ellos afrontar los días a partir de ese momento. La vida continúa y sin embargo debe ser muy difícil seguir viviendo cuando algo así sucede. El relato trata de aportar respuestas a todas esas cuestiones.
7. Tu gran pasión es la literatura norteamericana, y entre ellas están tus cuentistas preferidos. Hay algo que has tomado muy bien de esa tradición: el vínculo espacial. Alhofra, un imaginario pueblo valenciano, también presente en tu primer libro, El tacto de un billete falso, funciona como ese perfecto marco geográfico y, tal y como entiende la tradición americana, también moral.
No sólo en la literatura norteamericana existe la tradición de mitificar ciertos lugares. Está Yoknapatawpha pero también está Macondo, y aquí en España está Región, Celama, Medana… Alhofra era el espacio de mi libro “El tacto de un billete falso”, es el espacio de éste, y seguramente lo será del siguiente. Es un trabajo hecho, tengo el callejero, conozco a la gente, los veo todos los días, vivo allí con ellos… Me apetecía reconocer el escenario sobre el que iban a evolucionar mis personajes y para ello debía dotarlo tanto geográfica como espiritual e intelectualmente. Si sé donde están, sé lo que les rodea, sé lo que tienen al alcance de la mano, lo que observan por la ventana de sus casas, lo que escuchan a través de las medianeras, puedo controlarlos, me resultan creíbles. Y siempre he pensado que mientras yo me crea las historias que escribo el lector acabara por creérselas. Ahí opino que es cuando interviene la simpatía médica, como esos casos en que dos gemelos son capaces de compartir sentimientos aún estando a kilómetros de distancia.
8. Hagamos un pequeño viaje literatura-cine. Al leer tu libro y observar su estructura: diversos episodios en la vida de un personaje y personajes variados que entran y salen de los relatos, desaparecen y reaparecen tres cuentos más tarde, recordaba una tradición norteamericana que, curiosamente, ha dado sus mejores frutos en el cine. Tu libro le encantará a aquel que haya disfrutado películas como Vidas cruzadas, Happiness, Magnolia, Crash o Nueve vidas.
Hay unos cuantos lectores que ya me han advertido de cierta agilidad cinematográfica que recorre el libro. Reconozco que ese elemento se me ha colado de forma inconsciente, aunque no me desagrada que así sea. Seguro que además de las influencias literarias que no voy a negar, he recibido influencias musicales y cinematográficas, tanto de las películas que tú apuntas como las primeras de Quentin Tarantino o las de González Iñárritu. Tampoco quería limitar el protagonismo a un único personaje. Un secundario en un relato puede convertirse en protagonista del siguiente. Así es la vida, cada cual protagoniza su propia historia.
9. Ese personaje que evoluciona y aprende y se desilusiona y se enamora y fracasa en el matrimonio y se une con gente poco recomendable, esa ronda interminable que al final es la vida, permite jugar con distintos tonos narrativos. Siguiendo con las alusiones cinematográficas, hay varios relatos en los que juegas con el tono del cine negro. Digo cine porque es un clima no de novela negra, sino un humus de penumbra y violencia, de rencor y amenaza que a la vez está contado con visos muy cotidianos. Un clima, más que un género. El ejemplo más claro es el cuento que da título al libro, narrado además en segunda persona.
Ese tono oscuro y amenazante al que aludes —me quedo con la amenaza antes que con la violencia; la violencia posee un componente demasiado explícito— fue elegido a conciencia, pero no pensando en la tradición del género negro, sino intentando aproximar los cuentos a los dominios del realismo. En alguna ocasión escuché que a un escritor de prestigio le bastaba una rubia, un coche veloz y un revolver en la guantera para escribir una novela. Por el contrario yo no creo que mucha gente cumpla esos tres requisitos, al menos yo no los conozco, no me rodeo de personas así. Fui muy escrupuloso y lo pensé mucho antes de decidirme a introducir el relato “Conozco un atajo que te llevará al infierno” en el libro. No quería que rechinara con respecto al conjunto, quería que estuviera justificado, que el lector lo encontrara en el momento justo para que no provocara ningún sentimiento de rechazo. La segunda persona fue un reto que me impuse, una decisión adoptada a priori. Resultó curioso hablarle al personaje desde el punto de vista de alguien que cree saberlo todo sobre él. Acabe convirtiéndome en la voz de su conciencia.
10. Destacaría la gran atención que tus cuentos muestran al detalle revelador. De nuevo una gran virtud de la narrativa norteamericana -y que sus escritores y guionistas han mostrado siempre tan bien-. Esos detalles dichos sin importancia pero que al lector le permiten entender lo que está pasando por la mente de los personajes sin decirlo. Pondré un ejemplo. En el cuento "Antes de los 30" una pareja retoza en la cama. Contado desde el punto de vista de Andrés, el protagonista, vemos cómo Ata, la chica, lo acosa. Quiere tener un hijo, algo con lo que Andrés no está de acuerdo, y le provoca para hacer el amor. Hay una lucha en el campo de batalla del colchón en el que Andrés termina por mostrar su distanciamiento. Ata se da por vencida y sus deseos se aplacan. Cuando Ata sale del baño, en mitad del ritual de seducción, sale "envuelta con una toalla, con el cabello húmedo y dispuesta a seguir en sus trece". Pero cuando Andrés hace que se dé por vencida, "deja caer la toalla al suelo, se pone unas bragas limpias y la parte superior de mi pijama". Me parece un ejemplo de la sutileza del detalle a la que me refería. No hace falta que expliques lo que ha ocurrido para que lo entendamos.
Estoy convencido que es a través de esos detalles sin importancia y los gestos mínimos como se define la atmósfera y se dibujan los personajes en la literatura que prefiero. Los norteamericanos son maestros en ese terreno. Se han preocupado menos de psicoanalizar a sus personajes que de describir cómo sostienen un vaso de agua, y sin embargo han conseguido transmitir a los lectores mucha más información acerca de esos personajes por la forma en que coge el vaso. A mi entender eso reduce al mínimo la distancia entre la historia y el lector, ayuda a intimar, a identificarse con lo que está leyendo, y esa es una de las finalidades que persigo.
11. Los diálogos y muchas descripciones son muy coloquiales. ¿Cómo has trabajado ese coloquialismo para que no rebajara demasiado el tono general de los cuentos?
Permíteme enlazar con la respuesta anterior. Decía que una de mis aspiraciones es que el lector se reconozca en mis personajes, que se sienta cómodo formando parte de la ficción, que se olvide de que está leyendo. Los diálogos y descripciones deben ser coloquiales en la medida justa. Sé que un personaje literario no debe utilizar las expresiones corrientes con que habla una persona real. No se puede escribir como si se trascribiera una grabación telefónica, he leído unas cuantas y resultan ridículas, acabas por llevarte una idea escasa o deformada de los interlocutores porque careces de la esencia que aporta profundidad a la historia. Me fié de mi instinto como lector a la hora de encontrar el equilibrio preciso entre el coloquialismo que estaba empeñado en transmitir y la reflexión que a cualquier obra literaria se le exige. Una vez tuve montado el libro me dediqué a trabajarlo desde una perspectiva integral; el tono global de la historia me iba solicitando la introducción de elementos más o menos sustanciosos según necesitara inquietar más o menos la atención del lector, con la finalidad de que éste reconociera como propios los sentimientos que no muy a menudo nos atrevemos a formular en voz alta.
12. Destácanos algunos libros de relatos de este comienzo de milenio que te parezcan sobresalientes.
Ya he comentado anteriormente que siento inclinación por “Winesburg, Ohio”. A éste añadiría los cuentos de Hemingway que muy acertadamente ha rescatado la editorial Lumen, y los relatos de Cheever. Con esos tres libros, agua y pan, podría cumplir condena. Y puede que incluso sin pan.
13. Este es tu segundo libro de relatos. Ambos están publicados en editoriales minoritarias. ¿Cuál ha sido tu experiencia a la hora de intentar ser publicado?
¿Puedo gritar?…
¿Se ha oído?...
¿Puedo volver a gritar?...
No me consuela en absoluto leer o escuchar que a este escritor o aquel de más allá lo rechazaron tropecientas mil veces antes de ver publicado su libro, siempre tengo la sensación de que están hablando de mí. Aunque sé que esa circunstancia es independiente del resultado obtenido por el escritor e intento que no me desanime. Es lo que hay. Lo acepto.
14. Háblanos de algún relato que en un momento de tu vida te perturbara o impresionara por algún motivo especial, con el que vivieras una de esas epifanías que tanto nos gustan a los escritores.
Hubo un tiempo en que releía con bastante frecuencia “El fin de algo”, de Hemingway. Para mí es una muestra impecable de la mentada teoría del “iceberg” en apenas seis páginas. El primer párrafo describe con trazos veloces y exactos el declive de una población que antaño creció gracias al impulso de un aserradero. Tres o cuatro frases para que el lector comprenda lo importante que fue la industria maderera para el desarrollo del pueblo y lo importante que fue la desaparición de esas instalaciones para empobrecerlo. De repente la historia da un salto de diez años y Hemingway la quiebra para llevarnos hacia una dirección distinta a la que el lector intuía; aparecen dos personajes, Nick y Marjorie, la historia se focaliza en ellos, en la conversación que ambos mantienen y que se extiende las cinco páginas siguientes. El autor nos introduce con suma agilidad en una situación de hastío. El aburrimiento lo colma todo, incluso el ritmo de la narración. El lector se contagia de esa cadencia poco más o menos exasperante. No ocurre nada. Parece que no ocurra nada, únicamente un cuento sin altibajos ha finalizado. El mundo que bullía alrededor del aserradero ha finalizado. La historia de amor entre Nick y Marjorie también ha finalizado. La atmósfera resulta muy flemática y al mismo tiempo absorbente. Cómo me gustaría acercarme una milésima a esa maestría con que Hemingway consigue estremecerme. Me pone los pelos de punta. El diálogo entre los dos personajes da a entender que algo ha pasado con anterioridad, que no es la primera vez que conversan sobre ese algo. El lector lo intuye, adivina lo que el autor calla, aquello que justifica lo que acabamos de leer, aquello que es precisamente gracias a lo que el relato existe. Una maravilla.
15. He dejado para el final un comentario sobre algo de lo que los escritores no suelen querer hablar. Tengo la sensación de que este libro es muy personal y que toca tu propia experiencia personal. Habla mucho de ti, no sé hasta qué punto, pero ese tono reivindicativo de Andrés, a veces demasiado duro, sobre todo en los últimos relatos, deja entrever un mensaje secreto cuyo contenido has preferido dejar oculto -lo que por otro lado le da gran parte del encanto elusivo del libro-.
Hasta qué punto habla de mí lo incluiremos en el capítulo “secretos del cocinero”. No voy a negar que el libro rebosa ingredientes personales —creo que en el fondo todo escritor los utiliza—, pero no por eso configuran obligatoriamente una autobiografía. Con sinceridad, no me reconozco en Andrés Tangen, y eso que mi primera intención fue la de alumbrar un alter ego, pero no. A medida que iba definiendo su personalidad notaba cómo se distanciaba más y más de la mía. Para el escritor hay algo muy importante que no lo es tanto para el lector: diferenciar veracidad y credibilidad. La literatura debe ser creíble siempre, y al contrario, veraz puede dejar de serlo en cualquier momento. El escritor deberá disimular sus verdades con verosimilitud, ese es su trabajo. En mi relato “11 de julio de 2004” hablo de Marc, un recién nacido ingresado en la unidad de intensivos de un hospital. Mi segundo hijo nació el 11 de julio de 2004, se llama Marc y estuvo 20 días en la U.C.I. Con esos datos se puede deducir que es un relato autobiográfico. Sin embargo mi hija también estuvo en la U.C.I. cuando nació en enero de 1999, cinco años antes, y puedo asegurar que en ese relato recojo sentimientos que anidaban en mi interior desde entonces, esperando esa segunda experiencia para ser recogidos por escrito.
16. Y para acabar, ¿puedes indicarnos algún escritor actual (de novela o relatos, español o extranjero) que a tu juicio esté infravalorado y otro que, también a tu libre juicio, esté sobrevalorado?
Haré patria y como escritor infravalorado nombraré a uno de la tierra. Siempre me he declarado “Calcediano”. Considero que Gonzalo Calcedo es una pieza irreemplazable en la narrativa actual, y lamento que no se reconozca lo suficiente todo lo que ha hecho por el cuento español, tan al rebufo siempre de la tradición hispanoamericana.
¿Escritor sobrevalorado?: no acabo de encontrarle la gracia a Haruki Murakami, pero esto también lo he comentado con algún que otro escritor amigo y me dicen que es cuestión de seguir leyéndolo. Estoy en ello.
lunes, 5 de octubre de 2009
lunes, 7 de septiembre de 2009
Coldplay - The Sunday Drivers


Y como colofón a un atractivo fin de semana, volví a callejear por Barcelona, una ciudad en la que tuve mi morada durante los años 1996, 1997 y parte de 1998, y que sigue cautivándome desde entonces. ¡Qué recuerdos, madre mía, qué recuerdos!
lunes, 31 de agosto de 2009
Anticristo - Lars Von Trier

viernes, 28 de agosto de 2009
Wyoming - Annie Proulx

viernes, 21 de agosto de 2009
¿De qué hablamos cuando hablamos de literatura independiente?

La semana de la Edición y la Literatura Independiente (SELÍN) se celebrará en la localidad de Blanca (Región de Murcia) entre los días 28 de septiembre y 4 de octubre de 2009, según me informa Alfonso García-Villalba, coorganizador de la misma.
Los objetivos principales de dicho encuentro son los siguientes:
Crear un foro de encuentro y debate donde la edición y la literatura independientes encuentren el protagonismo necesario para dar a conocer su labor en la industria del libro mediante actividades informativas y divulgativas que pongan en valor su oferta e iniciativas.
La participación activa de la sociedad en las diferentes actividades programadas en la SELIN, de forma que se propicie una cultura popular y democrática en la que sea posible el debate, la lectura y la interacción con el fin de potenciar la convivencia basada en la sociedad del conocimiento.
La promoción tanto de la literatura y la edición independientes como de la lectura entre los ciudadanos.
El impulso de la sociedad del conocimiento con la intención de crear un espacio donde la cultura genere riqueza en los ciudadanos.
La consolidación de Blanca como un referente nacional en el campo de la literatura y la edición independiente situando la localidad en primer plano como espacio de la difusión de la cultura y, en especial, del libro, y mostrar sus atractivos para promocionar el turismo.
Presentar, promover e intercambiar, ideas, iniciativas y proyectos entre los agentes del sector para fortalecer la edición independiente ante los desafíos del mercado y los avances tecnológicos
Presentación y promoción de nuevas propuestas editoriales, así como de nuevos escritores y obras originales o reeditadas con especial atención a los escritores de la Región de Murcia.
Entre las 21 editoriales independientes de toda España que han confirmado su asistencia, se encuentran Lengua de Trapo, Siruela, Maeva, Páginas de Espuma, Rey Lear, Menoscuarto, Ediciones del Viento, Tropo, Escalera, Salto de Página, Errata Naturae, Machado Editores, Candaya, Alpha Decay, 27 Letras, Artemisa, El Olivo Azul y Ya lo dijo Casimiro Parker, además de las editoriales de la Región de Murcia organizadas en el Gremio de Editores: Alfaqueque, Nausicaa, Gollarín, Tres Fronteras, CENDEAC, Ahora, Ediciones de Bibliofilia, Azarbe, Corbalán, Diego Marín Editor, Fajardo el Bravo, Editum, Natursport y Laborum.
Desde aquí les deseo lo mejor a los organizadores y participantes en dicho evento. Vaya por delante que considero necesarios encuentros de este tipo, ya que desde los grandes grupos de comunicación, que en definitiva son los que proporcionan escaparate a cualquier actividad, cultural o no, se presta escasa atención a editoriales, libros y escritores que por razones obvias permanecen en el extrarradio de la media docena de las editoriales punteras que existen en España.
Sin embargo, después de leer el breve dossier que se me ha remitido, en el que se describen las actividades organizadas, los contenidos, objetivos y entidades participantes, he recuperado unas cuestiones que me inspiran curiosidad desde hace algún tiempo: ¿De qué hablamos cuando hablamos de literatura independiente? ¿de poca tirada por edición? ¿de una deficiente distribución? ¿de pocas ventas? ¿Qué significa independiente? Si independiente es no depender de otro ¿Anagrama es independiente? ¿y Tusquets? ¿y Planeta? Si un libro publicado por Anagrama vende 1.000 ejemplares ¿es independiente? Y si un libro publicado por Páginas de espuma o Candaya vende 50.000 ejemplares ¿es dependiente? ¿Dónde se encuentra la linde que separa unos de otros? La sensación que percibo a menudo es que cuando alguien se declara independiente se está alineando contra los que considera dependientes; pero ¿dependientes de qué, de quién? Me da la impresión de que el término independiente se viene utilizando en exceso como marchamo de calidad. Y una de las verdades pero de las buenas que existen en mi opinión es que la calidad de una obra sí es independiente del cauce que se utilice para darla a conocer. En fin, son cosas que se me ocurren, y sinceramente, me gustaría que estas preguntas encontraran respuesta en alguno de los debates o mesa redonda que se van a organizar en SELÍN; no estaría mal, no.
viernes, 24 de julio de 2009
Conozco un atajo que te llevará al infierno

Me dice el amigo Paco Torres, a cargo de la edición, que estará en las librerías a partir de septiembre.
viernes, 26 de junio de 2009
La maravillosa vida breve de Óscar Wao – Junot Díaz

Al principio encontré en Óscar Wao algunos paralelismos con Ignatius J. Reilly, el gordo y fofo protagonista de La conjura de los necios, sin embargo así de primeras recuerdo que éste era más insolente y temerario mientras que aquel vive martirizado por su aspecto físico y su incapacidad para adaptarse al mundo en el que vive. Óscar Wao no era uno de esos dominicanos de quienes todo el mundo anda hablando, no era ningún jonronero ni fly bachatero, ni un playboy con un millón de conquistas. Óscar Wao es un perdedor. Óscar Wao quiere pero no puede, ha tirado la toalla. Es un gordo monstruoso y cohibido que únicamente encuentra refugio en la literatura de género —pretende convertirse en el Tolkien dominicano— en los comics —Watchmen, uno de sus tres libros favoritos— y en las fantasías que él mismo maquina cada vez que una mujer lo enamora. Tal y como se nos cuenta, su historia va y viene en el tiempo, remontándose incluso hasta la época de su abuelo materno, contemporáneo del dictador Trujillo, cuyas macabras atrocidades también salpican las páginas del libro. La mirada que Junot Díaz proyecta sobre el protagonista llega a resultar aséptica hasta un punto en que el lector encuentra al personaje un tanto repulsivo, aunque cuando el narrador aparece avanzada la historia como un personaje más, novio de la hermana de Óscar, el enfoque se invierte para favorecer una visión más tierna que nos obliga a compadecernos de él, a comprenderlo, a desear que su vida cambie para mejor. Opino que la falta de emoción advertida en un primer momento viene calculada al milímetro, ya que la considero necesaria para darle a esa parte inicial de la novela una atmósfera que contribuye a la credibilidad de la historia, de la misma forma que posteriormente el autor nos empuja para que acabemos tomándole cariño al personaje.
Llamativa también he encontrado la jerga utilizada por Junot Díaz. No sé si se encuadra dentro de lo denominado spanglish, pero el efecto conseguido es sorprendente, en absoluto la considero un lastre. Enfrentarse al original de esta novela para traducirla debe haber supuesto un trabajo imponderable. En una entrevista he leído que incluso el propio autor colaboró con Achy Obejas, responsable de la versión castellana. Ahí va una muestra:
¿qué bróder viejevo no ha intentado regenerarse con la alquimia de una chocha joven? Y si lo que ella le contaba a menudo a su hija era cierto, entonces Beli tenía una de las cucas más finas del mundo. Solo el istmo sexy de su cintura podía lanzar mil yolas al mar, y mientras los muchachos de clase alta podían tener sus quejas de ella, El Gángster era un hombre de mundo, había singao con más prietas de las que podía contar. A él no le importaba nada de esa vaina. Lo que quería era chupar los pechos enormes de Beli, metérselo en el toto hasta dejárselo como un pantano de jugo de mango…
A mí me ha gustado y mucho este libro escrito no para leerlo sino para bailarlo a ritmo de bachata o merengue o lo que sea que esas mulatas hermosas y redondas de piel lustrosa bailan en las playas del caribe cubiertas con bikinis de hilo dental. Un libro interesante y divertido que me reafirma en la necesidad de seguir leyendo todo lo que publique su autor, Junot —léase Yunó— Díaz.
miércoles, 13 de mayo de 2009
Anónimos – Miguel Sanfeliu
Anónimos ha sido publicado por la editorial Traspiés en su colección de libros ilustrados Vagamundos. Las ilustraciones incluidas en la presenta edición pertenecen al autor de los textos.

El tono absorbente del primer cuento se prolonga hasta el siguiente, titulado como el conjunto, Anónimos, donde un periodista que está recibiendo mensajes en los que se le amenaza de muerte consigue sobreponerse a la angustia inicial y decide pasar al ataque, “pasar de víctima a verdugo”, y empieza a testimoniar en sus artículos la situación opresiva en que se encuentra inmerso, lo que conlleva, contrariamente al resultado esperado por el protagonista, un recrudecimiento de las amenazas y una situación final —que no voy a desvelar— que obliga a nuestro héroe a capitular, entregándose no a su propio destino, sino al destino que imponga el autor de las amenazas, a la fortuna que seguro acabará sonriendo a su enemigo en el momento de acertar con la bala que le dedique.
No puedo manifestar ninguna preferencia hacia alguno de estos cuatro cuentos porque los cuatro —incluso El campeón de Arequipa que en principio se presenta como el menos fantástico del volumen, pero rápidamente adquiere tintes épicos y por lo tanto, como toda hazaña heroica, también acaba adornado con trazas de idealismo— alcanzan cotas elevadas de calidad. Algunas de las muchas bondades del libro se corresponden con su atmósfera opresiva, casi angustiosa, diseñada hábilmente, y cuyos cimientos se encuentran tanto en los argumentos de las historias como en el ritmo vertiginoso que el autor imprime. Miguel Sanfeliu demuestra con este debut literario que es un escritor concienzudo y diestro. Sabe hacia dónde debe encaminarse, adónde quiere llegar. En el breve texto que abre el libro a modo de prólogo el autor afirma haber “encontrado en la literatura la vía de escape que necesitaba para huir de la realidad, para seguir adelante”. Sus relatos devienen —demostrado queda— en un excelente método para la evasión, las historias que nos cuenta lo consiguen; respecto a lo segundo, a lo de “seguir adelante”, que siga, que siga, aquí lo espero, a este lado de los libros, del lado de los lectores que no se conforman sólo con cuatro cuentos, del lado de los que se han quedado con la miel en los labios, con ganas de más, mucho más, esperando sus próximas historias.
martes, 12 de mayo de 2009
miércoles, 22 de abril de 2009
Quédate donde estás – Miguel Ángel Muñoz
